La primera reseña que les comparto es del artículo de Marc V. Howlett “El concepto de iniciación”. En Ornicar. Vol. 2. Publicación periódica del Champ Freudien.
De acuerdo con Howlett, en las
sociedades tribales existen los ritos de iniciación para los jóvenes adolescentes
en su tránsito a la vida adulta. El rito de iniciación en estas sociedades
simboliza la muerte de la infancia para dar resurrección al mundo adulto. Es el
ingreso de los niños a la categoría de hombres. En este sentido el niño se
desarraiga de la infancia y el ámbito familiar, renuncia a la vida infantil y
se somete a la ley del padre. En algunos ritos de iniciación se adquieren
responsabilidades y ciertos privilegios.
Los ritos de pubertad tienen un carácter misógino,
ya que pretenden ridiculizar el mundo materno del cual se busca desarraigar al
niño. El oficiante se disfraza de mujer y se burla del ámbito al cual pertenece
la madre, pues quedarse en el hogar materno representa un problema para el niño
que no logrará desprenderse de la madre e ingresar al mundo adulto.
Por otra parte desarraigar al
niño del mundo materno tiene como función la prohibición del incesto, en este
sentido ser iniciado significa interiorizar la ley del padre y preservar la
vida a través de esta ley.
Siguiendo la exposición del
autor, otro aspecto característico del rito de iniciación en las sociedades
tribales es el dolor que el oficiante infringe en el cuerpo del niño. El dolor
simboliza la dureza de la vida y fortalece al chico, al mismo tiempo que lo
prepara para la vida dura y el sufrimiento que enfrentará en el mundo adulto.
De acuerdo con este principio el dolor y el sufrimiento fortalecen al hombre, y
a menor sufrimiento menor aprecio por la vida. Si no hay dolor el sujeto se
desestructura y la ley se pierde.
Por último, el autor concluye que
los ritos de iniciación no son los mismos para el hombre que para la mujer,
aunque no profundiza ni da datos de los ritos de iniciación para las niñas.